top of page

HIPÓSTASIS

2008 - En colaboración con el arquitecto Juan Ramón MIllán Soto.

HIPOSTASIS_PANEL A1_01 - copia (6).jpg
HIPOSTASIS_PANEL A1_01 - copia (5) - copia.jpg
HIPOSTASIS_PANEL A1_01 - copia.jpg
HIPOSTASIS_PANEL A1_01 - copia (5).jpg
HIPOSTASIS_PANEL A1_01.jpg
HIPOSTASIS_PANEL A1_01 - copia (4) - copia.jpg
HIPOSTASIS_PANEL A1_01 - copia (3).jpg
HIPOSTASIS_PANEL A1_01 - copia (2) - copia.jpg
HIPOSTASIS_PANEL A1_01 - copia (3) - copia.jpg
HIPOSTASIS_PANEL A1_01 - copia (2).jpg
HIPOSTASIS_PANEL A1_01 - copia (4).jpg

 

Concurso de ideas para la construcción de un centro parroquial

Parcela dotacional del sector R8 "Los Hueros" de Villalbilla [Madrid - ES]

 

Hipóstasis.Término de origen griego, se usa a menudo como equivalente de ser o sustancia, pero reforzando su sentido. Puede traducirse como “ser de un modo verdadero”, “ser de un modo real" o también “verdadera realidad”.

 

En nuestra hipóstasis, el templo es un modo real, un cubo verdadero compuesto a su vez de tres cubos, siendo verdaderamente distintos cada uno de los otros.

Exteriormente revestidos con madera, aparecen incrustados en el gran cubo de hormigón visto que contiene el espacio interior. Contienen en su interior los espacios requeridos en el programa y delimitan y configuran los de su entorno inmediato.

 

Construimos nuestro templo sobre el cimiento de los doce apóstoles, una plaza dura de hormigón, agónica si no se distribuyera sobre ella un jardín compuesto de doce parterres, doce olivos y doce piedras donde sentarse bajo la sombra de cada uno de ellos. Este jardín no sólo es la antesala del gran espacio eclesiástico en nuestra parcela, sino que además funciona como elemento de transición y enlace entre la ciudad y el parque que la delimita al sur.

 

Una vez atravesado el jardín, ese recorrido escenográfico y metafórico por entre cada uno de los apóstoles, entramos en la unidad perfecta que es el templo, con su trinidad de cubos. Allí hallamos ciertamente guardada su Palabra, y encontramos morada en él.

 

La verdad revelada de nuestra hipóstasis tiene también su origen en el acto del bautismo. El primero de los cubos, estructuralmente colgado de la estructura superior del cubo principal, levita sobre el suelo para permitir bajo sí mismo una entrada, un bautismo al fin y al cabo, alrededor de la urna que delimita la capilla bautismal.

Este primer cubo contiene, en sus dos plantas de altura, todos los usos complementarios al principal, como son los salones para catequesis, dependencias de Cáritas, y vivienda para el párroco. Al estar suspendido de la estructura superior, en planta baja se alojan, además del acceso principal al templo, la capilla bautismal ya mencionada, la sacristía y despachos de control y visitas.

 

Pasado el filtro bautismal del acceso bajo el primero de los cubos de madera, y con el agua como elemento purificador, entramos de lleno en el gran espacio de oración, donde distinguimos claramente los otros dos cubos de la hipóstasis.

El segundo de ellos se encuentra posado enteramente en el interior del gran espacio, y hace las veces de mueble contenedor de la Capilla del Santísimo, y del cuerpo de confesionarios por uno de sus laterales. Es por tanto el articulador principal del recorrido de los fieles, pues exteriormente delimita el espacio abierto que es la Capilla Penitencial, el altar de la Capilla del Santísimo, y la escalera de acceso al coro (camuflado en su parte superior) y al campanario.

 

El tercero de los cubos, que podemos distinguir perfectamente incrustado en una de las esquinas superiores del templo, es el más etéreo y metafórico incluso. Interiormente, en sus caras laterales se materializa con el revestimiento de madera, dejando caer su tapa inferior. Ésta, al abrirse, se derrama por el muro hasta configurar el ya mencionado altar de la Capilla del Santísimo. Al caer la tapa inferior, conseguimos de forma natural un lucernario para dicha capilla. Exteriormente, este cubo se reconstruye. Se libera de su piel de madera, y deja vista la estructura metálica de sus aristas, convirtiéndose en la llamada visual y auditiva a los fieles, pues sus aristas conforman una gran cruz, que a su vez contiene el campanario en su travesaño horizontal.

 

El templo muestra una imagen exterior diferente según su orientación, y la casuística de cada uno de los espacios a los que hace frente:

En su fachada este, su lindero medianero, muestra cuatro huecos cuadrados: tres urnas cúbicas incrustadas, que interiormente contienen tres capillas, y un cuarto hueco que corresponde a un acceso de carácter menos monumental que el principal, y más proporcionado al espacio al que se abre.

La fachada norte, la fachada del altar principal, se divide en cuatro cuadrantes, que se separan dejando espacio a una gran vidriera con forma de cruz asimétrica, referente exterior y por supuesto interior.

Su fachada sur se ciega completamente, dejando tan solo un ventanal-vidriera en la parte inferior izquierda, donde otra cruz asimétrica de perfiles metálicos que interiormente encabeza el altar de la Capilla Penitencial.

Finalmente, la fachada oeste esconde el primero de los cubos de madera tras un gran muro contenedor de las comunicaciones verticales, horadado tan solo a la altura de su planta alta, donde consigue enmarcar el paisaje que se vislumbra desde la terraza de la vivienda del párroco. Este muro contenedor se separa del cubo de madera generando una fisura de acceso en toda su altura.

La cubierta del conjunto la constituye una seriación de cerchas metálicas, desde las que hacia el interior se suspende un falso techo de madera discontinuo, de forma que permite la apertura de un lucernario por cada crujía, siendo de mayor dimensión conforme nos aproximamos al Altar. Este aumento progresivo de la intensidad lumínica ayuda a potenciar la carga simbólica del principal espacio del templo, en contraposición al carácter más íntimo de la parte sur, donde se encuentra la Capilla del Santísimo. De esta seriación, un lucernario permite que la luz se derrame por el muro sur, generando una ascensión escenográfica hacia el coro y el campanario/lucernario, por una escalera anclada a dicho muro.

 

Interiormente, el gran espacio de oración nos muestra una superficie de hormigón visto reticulada irregularmente. En diferentes celdas salteadas de dicha retícula, aparecen bajorrelieves distribuidos de forma aparentemente arbitraria, pero que en un orden detenidamente premeditado y lógico, nos cuentan toda la historia de la salvación de la humanidad desde los primeros apóstoles… tal y como éstos harían hoy día.

© 2025 by ANTONIO LÓPEZ GÁNDARA   ||   Arquitectura | Urbanismo || Architecture | Urban Planning    ||    antoniolopezgandara@gmail.com    ||   [+34]  629 24 42 86

bottom of page